“Arte y ciencia en la terapéutica integral”
Escrito para el 1er Encuentro de Holoterapeutas, en Iztac Multiversidad del 12 al 16 de Septiembre 2015.
Voy a presentar algunos aspectos que pueden resultar relevantes a la hora de proponernos como terapeutas o médicos un abordaje terapéutico integral, complejo y creativo, base esencial para la eficiencia del tratamiento.
- El paciente que “normaliza” su problemática y habla de su cuerpo como ajeno a su vida anímica cotidiana. La naturalización de la actitud que enferma.
Alba
Esta circunstancia es más habitual de lo que a veces parece, tenemos la habilidad de habituarnos casi a cualquier cosa, hasta que la reserva biológica cae de los rangos aceptables para la vida y el cuerpo manifiesta entonces síntomas para advertirnos que ese límite fue superado. La reserva biológica es la capacidad de respuesta y adaptación de los tejidos a las exigencias del medio ambiente y de nuestra manera de vivir, por ejemplo el esfuerzo digestivo de síntesis de enzimas cuando no consumimos alimentos vegetales crudos que cuentan con su propio aporte enzimático, el cuerpo se adapta, aporta sus propias enzimas hasta que se desgasta y comienza a manifestarlo a través de distensión abdominal, lentitud digestiva, estreñimiento; o también es válido el ejemplo del ejercicio exagerado o de alto rendimiento, el cuerpo aguanta la exigencia un tiempo hasta que muestra señales de desgaste, inflamación y rigidez de tendones y articulaciones. La reserva biológica es como el dinero que tenemos para gastar, un día se va acabando y haber como le haces para sobrevivir mientras lo acabas, o te vuelves productivo y no solo le pides al cuerpo sino que también le das, lo recargas, con alimentación viva, ejercicio consciente y moderado, meditación y liberar al cuerpo del estrés, ocuparte del gozo y la plenitud, de tener aire puro y muchas otras. Por el contrario, sino reviertes el proceso te llenas de achaques y enfermedades degenerativas. Esto es análogo al recurso ecológico medioambiental, se acaba, a menos que la utilización del recurso sea consciente y amable, respetuoso y armónico, dando tiempo a la vida de regenerarse y expandirse.
La capacidad de adaptación y “normalización” (o naturalización) también depende de nuestra desensibilización a través de la vía de las endorfinas, o nuestros propios analgésicos. Estas sustancias secretadas en situaciones de estrés, estados de alta concentración, necesidad de distanciamiento emocional, pueden permitirnos “no sentir” situaciones de riesgo, para poder “defendernos en situaciones de peligro”. Cosa que se va convirtiendo en una forma de vida, y luego, sufrimos el desgaste y la degeneración corporal subsecuente.
Alba refirió un trastorno menstrual con irregularidad del ciclo, abundante sangrado, dismenorrea o cólicos durante la menstruación, acné, evacuaciones diarreicas pastosas y cólicos asociados al consumo de trigo y lácteos.
Empecé a preguntar sobre la actitud o la situación anímica y tanto ella como su madre refirieron que desde su niñez ella es así… “es su personalidad”… hiperactiva, ansiosa, y más bien aislada. No quiere un compromiso amoroso – erótico ya que le resulta sin sentido. Si algo le preocupa o la angustia, entonces su respuesta es ocuparse en más actividades y evadirlo. Siempre atareada de cosas. Todo esto visto como distinto de la situación corporal.
Planteo la hipótesis de situaciones de desamparo o miedo durante el embarazo que hayan condicionado una respuesta al estrés desadaptativa y el efecto inhibitorio del estrés sobre las hormonas ováricas y los trastornos menstruales, y sobre el sistema digestivo y su sintomatología asociada a intolerancia a alimentos e intestino irritable.
El planteamiento es claro… eso que asumes como “tu personalidad”, a la cual estás acostumbrada, te enferma, lo cual se expresa a través de todos estos síntomas, que requieren de un proceso de cambio de actitud y adiestramiento consciente en un manejo distinto de las situaciones estresantes.
Propongo meditación, elaboración consciente del proceso psicodinámico, agendarse placer, expresar con libertad las emociones y las propias necesidades, además de biomagnetismo y herbolaria medicinal para apoyar a la respuesta biológica y cambiar la memoria y reactividad del tejido, además de realizar un perfil hormonal ginecológico por la sospecha diagnóstica de ovarios poliquísticos (aunque no es obesa, no tiene acantosis nigrans ni presenta hirsutismo), también asociado a una necesidad de masculinización de la actitud, y un probable rechazo al modelo femenino (dismenorrea y trastornos menstruales), aislamiento (estrés y desamparo) y necesidad no reconocida de realización amorosa (resistencia a la insulina)[1].
Cuenta con un ultrasonido ginecológico que reporta folículos múltiples de hasta 6 mm en ovario derecho y 10 mm en el izquierdo.
Iniciamos el proceso terapéutico y Alba descubre como maneja los miedos, como evade a las personas, desde cuando aprendió a reaccionar así, entonces habla de buling en la escuela primaria, de abandono en la infancia, de padres “perfectos, que no se equivocan” y un modelo de mucha exigencia. Al tomar consciencia empieza a tomar decisiones en otra dirección, a enfrentar lo que antes evadía, a pedir ayuda cuando la necesita y dejar de aislarse. El siguiente ciclo menstrual cursa con menos sangrado, ya normal en cantidad y muy pocos cólicos. El cuerpo está respondiendo al tratamiento y lo agradece.
- El paciente desgastado por tratamientos y enfermedades crónicas que ponen en riesgo la vida.
En primera instancia les quiero hablar del caso de Bianca, una paciente con diagnóstico de cáncer en vías urinarias[2], con el antecedente previo de cáncer de mamá, ya en su segundo vía-crucis con la quimioterapia propuesta.
Este tipo de pacientes nos ponen a desarrollar una gran capacidad de adaptación de las propuestas terapéuticas a la realidad del paciente, o sea, que está realmente dispuesto a hacer, que puede hacer por su situación física, y a ser creativos para poder acompañarlo y avanzar en el proceso sin hostigarlo aún más con exigencias que él no pueda tolerar y por lo cual abandone el tratamiento. Podríamos llamar a esto: “el arte de sanar y acompañar” Que los cambios o intervención terapéutica no sea demasiado inusual como para ser descartada.
Solo podemos acompañar siendo empáticos, o sea, desarrollar la habilidad de ponernos en los zapatos del otro, de sentir juntos, para poder desde ahí, desde donde está el otro, guiarlo hacia un lugar de mayor bienestar y hacia la salud.
En ese sentido el vínculo con Bianca fluyó con mucha naturalidad, fui acompañándola con una dieta más viva, con ejercicios hiperoxigenantes (en este caso las marchas de Qi Gong para el cáncer – las marchas de los 5 elementos[3]), con hierbas medicinales para estimular al sistema inmunológico y contener al intestino, ya que cursaba con diarreas reactivas después de sus ciclos de quimioterapia y cansancio por la anemia consecuente, a veces extremo.
Cada sesión era un resultado de esta cercanía, un proceso de mucho afecto y contención, en ese sentido resaltan el uso de la moxibustión para los pacientes desgastados, que les cae como un elixir de vitalidad: Zusanli, Dadu, Taibai, Shenshu y Pishu, y en su caso y por la diarrea mediante sal de mar en Shenque. También fue importante la osteopatía y la reflexología tanto podal como manual, activando el drenaje, la relajación, la consciencia corporal y la sensación cotidiana de que puedo con todo esto que me está pasando, sin perder la fe en mi cuerpo y en la vida. Cosa que es muy habitual en estos pacientes. El médico o terapeuta, necesita ser ese espacio donde apoyarse, descansar y reencontrarse con su propia fuerza y vitalidad.
Bianca superaba situaciones que parecían imposibles para ella misma, y al recuperarse amorosamente de las diarreas, el desgaste, la anemia extrema, ella también recuperaba la confianza en sí misma. En este sentido también podemos hablar de los suplementos naturales como el polen y su valor proteico o la espirulina como fuente de hierro orgánico, asimilable y sin producir estrés celular, y otros minerales que han mostrado utilidad en el tratamiento del cáncer como el selenio y vitaminas como la C y la E. El sustrato de la recuperación: los micronutrientes y la vitalidad de los alimentos.
Una vez superada la quimioterapia, el siguiente paso fue asumir un proceso de depuración profunda del cuerpo para poder fortalecer al sistema inmune, aumentar enzimas y antioxidantes, dejar lácteos[4] y cárnicos[5] y refinados, además de alimentos industrializados. Oxigenar y revitalizar al cuerpo con ejercicio físico y reconectar con el sentido de vida… para que vivir, hacia donde enfocar esta nueva etapa de mi vida. Sin sentido de vida, sin un propósito existencial, o sea, para qué pasar por esta experiencia tan difícil es poco probable que pueda encontrar energía y la motivación necesaria. Ya que en casos extremos de desvitalización, caemos en las memorias más arcaicas de miedo, vulnerabilidad y resignación, frustración e impotencia.
El proceso de salir del desgaste y el agotamiento está directamente asociado a reponer la reserva biológica o la esencia (el jing qi según la medicina china) y merece de paciencia, afecto y contención, micronutrientes de primera calidad, oxígeno y ganas de seguir viviendo. Además de optimizar las vías de asimilación, con depuración y drenaje, reposición de flora bacteriana, antioxidantes y regeneradores.
Hoy Bianca está radiante, disfrutando del casamiento de su hijo y abriendo un espacio de elaboración de “quesos de semillas” para compartir y disfrutar.
- El paciente que quiere “ser sanado” sin estar dispuesto a involucrarse en el tratamiento y esforzarse por sanar.
Ina y Martha
Esto merece una reflexión aparte, siendo tan frecuente en nuestra realidad social y cultural y sostenido de manera inconsciente e incluso consciente para sacar réditos de la mutua dependencia médico – paciente y paciente – mercado del consumo.
“Que me sanen”: ir con el médico para que me de la píldora mágica que me quite mi dolor y que resuelva mis problemas digestivos o cardíacos; reclamarle al médico que su tratamiento no sirve sin yo haber hecho ni dieta ni ejercicio ni un esfuerzo en perdonar una vieja pelea con un familiar cercano; esperar que me de el tratamiento más caro o novedoso, entonces seguro es bueno; tomarme el omeprazol antes de comer suculenta comida chatarra, grasosa y después el “six de chelas”; buscar la cura milagrosa, incluso con mis rezos o mis veladoras, ir a tal ceremonia o tomar tal “agua que cura todo” sin yo mover un ápice de mi vieja forma de vivir.
“Que me sanen” responde a la falta de responsabilidad sobre mi vida y mi salud. Como yo no me hago responsable: lo que me enfermó fue el frío (el frío y la humedad como causas de enfermedad y no como lo que hace que se evidencie el nivel de desgaste corporal, la inflamación crónica o la enfermedad degenerativa que fui esculpiendo en mi cuerpo con mi estilo de vida , o lo que me enfermó fue la genética, o un susto (no como yo manejo mis miedos), o una envidia, o la comida o una bacteria (sin darme cuenta que para que una bacteria me enferme mi sistema inmunológico debe estar deprimido o yo desnutrido y desgastado)
Nadie puede dudar del efecto de los factores externos en la enfermedad, pero tampoco de los internos. Si yo emprendo el proceso de sanación empoderado, o sea, creo que puedo sanar, que puedo tomar decisiones, emprender desafíos y elegir lo que es bueno para mi y asumo que nadie puede sanarme sino acompaño el proceso desde dentro, entonces los médicos o terapeutas somos solamente acompañantes con adiestramiento específico. Nada funciona fuera del cuerpo, ajeno a la situación metabólica o anímica, de ahí tanta importancia de la confianza, la fe y la disposición responsable sobre lo que me pasa y los cambios que tendré que hacer para sanar.
Sanar y ser feliz es algo que requiere de nuestro esfuerzo sostenido y trabajo consciente y sensible, de cambiar hábitos y trascender adicciones, de enfrentar viejos fantasmas y pasar por crisis depurativas y curativas; quien no está dispuesto a esto en realidad no quiere sanar. Solo quieren quitarse un dolor o una molestia de encima, y eso dista mucho de serlo, es más bien todo lo contrario, eludir un mensaje de nuestro cuerpo y profundizar aun más en nuestra patología[6].
Estos pacientes vienen a consulta una o dos veces y cuando se dan cuenta que van a tener que hacer cosas que no están dispuestos, y que no entras en el juego de “tú me sanas y yo te pongo un altar”, hasta ahí llegó el idilio y van en busca de lo que necesitan con mucha prisa: que alguien se haga responsable de ellos.
Para lo anterior hay importantes excepciones y es importante precisar: el paciente deprimido que acude a la consulta porque siente que él no vale, no sirve, es un inadecuado, nunca ha hecho nada bien, el mundo es un infierno y el futuro va a ser terrible. Es obvio que inicialmente la posibilidad de este paciente de hacerse cargo de su vida y su salud son nulas, entonces el proceso de sanación está encaminado a recuperar esta posibilidad. Cada quien podrá hacerse responsable de diferentes cosas según como esté, y hay algunos que no quieren hacerse responsables de nada y eso es distinto. También es válido querer que alguien me cure, aun sabiendo que el poder va a estar externalizado: “Usted es maravilloso doctor, me sanó”, no pretendemos decirles cual es el camino correcto, cada quien explora y transita su propio caminar, y cada quien asume las consecuencias de eso en su propia vida. Es válido pero me deja sin poder, ya que el poder lo tiene el otro. Es preferible decir: Sanamos Juntos.
- El problema de los múltiples tratamientos que “no funcionan” y la sensación de ser “incapaz de sanar”
Lola y Linda.
En este punto es importante la capacidad empática y reflexiva del terapeuta, así como su esmerada formación, para hacer intervenciones eficientes – que significa que lo que haga el paciente funcione, produzca cambios, movilice cosas, aunque no siempre nos lleve al fin esperado, que siempre nos mueva de lugar y eso, sirva de escalón para el siguiente paso. Es importante que el proceso no se convierta en una letanía de frustraciones y fracasos, que van a ser a su vez nuevos obstáculos.
Cada vez que la historia de fracasos se repite es momento de replantear las estrategias, el punto de vista, ampliar la visión y redirigir los esfuerzos. Si tengo esta capacidad, entonces el supuesto fracaso se convierte de manera natural en una hermosa oportunidad, si no la tengo, entonces quizás sea momento de canalizar a mi paciente con otro terapeuta o sanador.
Lola había acudido conmigo por crisis de violencia dentro de la pareja, ya habían pasado por una terapia de pareja y por una consulta psiquiátrica que poco había ayudado a este proceso. Así que empezamos a trabajar con terapias individuales y luego de pareja. Todo el proceso iba en franca mejoría, habíamos revisado las biografías de cada uno, comprendido la violencia donde tenía su origen, lo que cada uno proyectaba en el otro, la necesidad de ambos de aprender a comunicarse con mayor claridad y de dejar de cargar al otro, la necesidad de renunciar a fantasías infantiles de que el otro puede hacerme feliz, la consciencia sobre como me alejo y me acerco al otro afectivamente hablando, y la violencia como resultado de haber pasado por alto un montón de cosas que presionan, angustian, duelen, y si no me ocupo de ellas, la violencia emerge como el único mecanismo posible. Era importante salir de situaciones de estrés, de desgaste, les pedí a ambos que dejen de emborracharse y a ella que redujera el nivel excesivo de ejercicio (lo cual la estresaba y cansada respondía con intolerancia e irritabilidad frente a la vulnerabilidad física)
La pareja había entrado en un proceso de calma y aprendieron a canalizar todo esto, con mayor responsabilidad cada uno sobre sus emociones. Las terapias se hicieron más espaciadas, pero reincidían en violencia. Él después de las crisis solía premiarla: “para llevar la fiesta en paz” con un viaje o a comprar ropa, detrás de cada crisis parecía haber una satisfacción implícita… ella recibía la aceptación y la presencia incondicional de su marido, y él la oportunidad de ser bueno y ganarse el amor de ella… lo cual lo había llenado de tristeza y de múltiples defensas a su vez. A ambos les costaba mucho abrirse, sentirse, mostrarse tiernos[7].
Planteé que iba a reflexionar y volver a establecer la estrategia terapéutica, como habíamos trabajado ya no servía. Entonces incluí un acto psicomágico[8] de 28 días, llevando a donde ella fuera a su hombre ideal, al inexistente que comparaba todo el tiempo con el hombre real[9] que vive con ella, facilitando la posibilidad de aceptar al hombre o la mujer que está en casa, como es y decidir si así quiero amarlo o amarla. Propuse prácticas meditativas y relajantes, yoga, expresarse amor… y a partir de aquí en la terapia de pareja se atrevieron a abrir el tema de la sexualidad. Empezamos un nuevo ciclo, con nuevos caminos. Todo parecía marchar muy bien, y cuando así sucede solemos encontrarnos con el problema de la confirmación de mi premisa o las profecías autocumplidas… yo no puedo cambiar, nos tenemos que separar, él o ella no cumplen con mis expectativas.
En otra discusión ella lo agredió nuevamente. Teníamos un nuevo problema, si ellos no se cuidan, yo no puedo hacer lo mismo, si el sistema me absorbe la terapia no va a servir. Les dije que de no haber adherencia al tratamiento yo los iba a derivar con otros terapeutas porque no toleraría más justificaciones a la violencia y más descuidos mutuos. Era necesario oxigenar el proceso, decidí enviar a ella a una valoración neuro-psiquiátrica por las crisis de ira para descartar algún foco orgánico irritativo y a la familia completa a hacer sesiones grupales. Otra vez abrimos nuevos caminos. Los niños necesitaban mayor contención.
Hoy todo marcha mejor y más estable y la utilización de un inhibidor de la recaptura de serotonina[10], de un equipo terapéutico que incluye al psiquiatra y a la terapeuta familiar aportó un giro fundamental; hay una sensación de que se puede, en donde las discusiones y las diferencias se incluyen en la dinámica y paso a paso cada uno aprende a cuidarse a sí mismo sin necesitar de la crisis extrema y violenta.
El proceso continuó en franca construcción dedicada y amorosa, el último avance que definió la estabilidad del proceso fue una clase de Yoga Ashtanga 2 veces por semana, que al reducir la tensión y el estrés, conectar con la calma y la meditación, liberar rigidez del cuerpo que es la mente, el proceso se fortaleció y empezamos a bajar los medicamento.
Linda es un caso más de tantas víctimas de abuso sexual en la infancia. El abusado suele tener la sensación persistente de estar “aplastado por el victimario”, el yo está supeditado y la sensación de no poder, de no ser capaz, de ser superado por las condiciones de la vida se repiten, incluso la necesidad de encontrar nuevos abusadores que perpetúen la situación, “como sea, así fue como sobreviví”, y esa manera aunque opresiva y denigrante fue mi “única referencia acerca del amor”.
El terapeuta necesita de paciencia y claridad, y paso a paso ir empoderando a la víctima para que acepte el hecho y lo pueda nombrar, para que denuncie al abusador y se sobreponga (así lo “retira” de arriba de ella) y aprenda a cuidar de sí misma. Ahora es la adulta la que asume la responsabilidad sobre éstas áreas tan vulnerables. “Me aseguro a mi misma que me voy a cuidar, que me voy a ocupar de esa niña”
“Ahora comprendo que eso fue lo que pudieron hacer” y elijo salir de ese espacio, elijo hacerme responsable y liberarme, me dejo cuidar y amar, sin necesidad de ser lastimada y sin lastimar a mis seres queridos. El espacio terapéutico da la posibilidad a esas áreas (esas memorias, esa concepción de mi misma y mi infancia) que en ese espacio de vulnerabilidad y denigración no maduraron, que lo hagan. En principio creamos un espacio de contención y nutrición, y luego de empoderamiento. Para esto tuvimos que apoyarnos de psicomagia, biomagnetismo[11], danza y expresión corporal, masajes y cambios en la dieta y yoga (el aprender a cuidarme, nutrirme, sanarme incluye todas las áreas)
- El paciente que viene por el “tratamiento mágico” y no asume su responsabilidad sobre su salud.
“Deme algo más fuerte”, “lo que me dió no me hizo dormir”, “lo que me dió no me bajó los triglicéridos”, “utilice la técnica que aprendió en China”, “quíteme el mal que me hicieron”.
Familia de Guerrero
Merece una mención en especial en relación con el punto número 3, ya que el factor “magia” o “milagro” puede ser una extensión de la fantasía infantil de que la solución llegue desde lo alto o desde afuera, porque yo me siento incapaz o no estoy dispuesto.
Siempre digo a mis pacientes que desde nuestra consciencia podemos trabajar por sanar, esmeradamente y eso lo podemos dirigir, los milagros no los administramos nosotros, ocurren y dependen de la Voluntad Divina. Ese espacio del cual también formamos parte, pero sobre el cual no tenemos control. Ese río que fluye y recrea la vida sin esfuerzo pero con fuerza, sin torcer pero dirigiendo, sin impedir, más bien haciendo florecer.
También es común que quien esperaba un milagro o un trabajo terapéutico mágico (que también ocurre) no suele disfrutarlo cuando acontece, se le escapa de las manos. Para poder disfrutar del amor hay que poder dejarlo ser en libertad, para poder disfrutar del gozo y la felicidad hay que desapegarnos de ella. Para poder percibir y vivirnos en el Corazón de Dios, hay que Ir Siendo la Divinidad[12], y eso está desapegado de cualquier intencionalidad individual y de cualquier expectativa. Simplemente Es.
- El problema del “boicot”. Amando la resistencia para trascenderla.
Círculo de Intimidad masculina[13] y Daniel
Los que hemos emprendido procesos de transformación interna, sobemos que en momentos críticos nos enfrentamos a nuestras propias resistencias o frenos u obstáculos al proceso de crecer, de cambiar, de sanar. En general el proceso de cambio es un proceso incierto, pero también lo es la vida[14] aunque nos esforcemos por sentirnos seguros y pagar altos costos por la ilusión de controlar las cosas. Esa incertidumbre la solemos resolver desde lo inconsciente aferrándonos al proceso viejo, a la manera en que lo he hecho, a la personalidad que “tengo”, siendo fieles a lo que me dijeron que tenía que ser para pertenecer. Eso a veces es ser enfermo, ser enojón, ser adicto.
¿Qué va a pasar si cambio? ¿Me van a seguir queriendo? ¿Si me diferencio demasiado me voy a quedar solo o sola? ¿Y si no puedo sostenerme?
Entonces decidimos hacer una dieta pero no la seguimos o nos ponemos una rutina de ejercicio pero siempre hay algo más importante que hacer, o decimos querer sanar pero no acudimos a las terapias, o tantas otras maneras de boicotear el proceso consciente de querer sanar.
¿Eso qué significa? Hay programas, creencias, premisas, prejuicios, miedos, carencia de recursos que desde el inconsciente aun esperan ser atendidas para poder sanar. Lo que me falta es mayor comprensión, más amor, en términos de mayor respeto, cercanía y sensibilidad con estos aspectos de mi mismo que están en el inconsciente y definen los impulsos de detenerme y hacer otras cosas.
Hablamos por ejemplo de las adicciones. Una adicción es en el fondo una carencia o sensación de que algo me falta y sin eso no puedo sobrevivir. Entonces compulsivamente lo quiero llenar, abastecer, satisfacer aunque en eso se me vaya la vida. En el fondo hay miedo, hay angustia, hay falta de amor, de contención, de sentirme capaz de expresarme con libertad, de mostrarme y darme el permiso de Ser Quien Soy. Si no me ocupo de esta carencia, de revertir esta sensación, voy a estar “luchando” interminablemente contra la “adicción” cuando ese no es el problema, es solo el resultado. Me voy a convencer frente a esta lucha infructuosa que soy incapaz de sanar, esta lucha contra mí mismo me deja desgastado y con mayor ansiedad y angustia. Desde mi propia desconexión voy a etiquetarme como un boicoteador de primer nivel, en realidad, hay mucho más por conocer, respetar y amar de mi mismo de lo que imagino. Claro, primero que nada necesito elegir el cambio y para elegirlo necesito aceptar que soy adicto.
Todo boicot tiene un mensaje que dar, toda resistencia tiene una intención positiva[15] que merece ser atendida. De eso tenemos que ocuparnos, y hay muchos caminos para hacerlo. Esto quiere decir que el cambio propuesto tiene que incluir la satisfacción de esta ganancia secundaria o intención positiva, y eso lo convierte en factible de ser aplicado.
Voy a contarles sobre Daniel, ya teníamos trabajando en terapia y con apoyos fitoquímicos por casi un año, tenía una adicción por la marihuana de muchos años y el consumo no disminuía, a consecuencia de esto su voluntad y motivación estaban abatidos. Acudía a consulta con el mismo discurso, con los mismos temas, y estaba cayendo en negligencia con sus hijos y un franco abandono, cuando pasaba días deprimido y sin ganas de hacer nada. Este ciclo ya había ocurrido en terapias anteriores y yo no quería sumarme a esa lista, a él no le convenía para nada convencerse de que “una terapia más había fracasado, el tenía un tema grave y los dramas vividos en la infancia eran irreparables”. Los reproches a su madre y la justificación en los modelos adictivos, de sobreprotección y codependencia de su familia eran un buen discurso para no avanzar y no asumir responsabilidad sobre sí mismo. Le dije que dejara la marihuana y se internara en una clínica de adicciones ó me pagara el costo de una terapia semanal por un año, en caso contrario interrumpíamos la terapia porque no estábamos arribando a ningún lugar conveniente y solo servía para fortalecer lo que ya estaba convencido y eso en vez de ayudar lo podía perjudicar. Eligió suspender la terapia, pero su mujer siguió asistiendo, y al cabo de unos meses decidió internarse y dejar la marihuana. Al soltar la terapia el proceso se profundizó hasta que se hizo insostenible y la mujer empezó a poner límites al vínculo de co-dependencia que sostenían y eso favoreció la decisión de sanar profundamente. A veces, lo mejor que podemos hacer es suspender el proceso, y al hacerlo, lo impulsamos.
- El paciente que “como niño bueno” cumple con el tratamiento para “no fallarle al padre, a la autoridad, al que sabe”, y al hacerlo así no lo incorpora como un proceso íntimo y personal, menos aun creativo y autónomo.
María Laura.
Desde un punto de vista piramidal o autoritario y a corto plazo, un buen paciente es un paciente obediente, eso traspolado a los niños o los alumnos de una escuela es igual de válido. La obediencia tiene una utilidad finita y relativa, ya que termina abatiendo la autonomía, la creatividad y la responsabilidad.
Si un paciente se aboca con rigurosidad a cumplir con un tratamiento en frecuencia, en prontitud y apego estricto a la propuesta es claro que obtendrá resultados de su trabajo esforzado, pero si lleva implícita la anulación de su propia sensibilidad, su decisión y su propia guía, entonces esto va a ser el obstáculo más importante para la sanación. La sanación es siempre un proceso creativo y presente, actual, por eso… vamos sanando, en vez de suponer que los tratamientos estandarizados o propuestas lineales pueden resolver la vasta complejidad de las situaciones.
“Cumplí con todo lo que me dijo pero no me sané”, seguramente lo escucharon en más de una ocasión. Los pacientes obedientes se ponen en aprietos cuando la indicación médica es ser sensible, o creativo, o expresar lo que sienten, o come hasta que lo necesites y lo que necesites, ya que todas estas son indicaciones autoreferenciadas y no venidas desde otro, otra verdad, otra posición.
El modelo médico-paciente paternalista y autoritario, donde el médico o terapeuta es el que “sabe”, el que me “sana”, el que me dice porque yo no sé o no puedo, es invalidante y en todo caso solo sujeto a ciertas aplicaciones en ciertos momentos.
No necesitamos pacientes obedientes, y mucho menos niños o estudiantes, necesitamos pacientes que se involucren, que asumen, que tomen decisiones y se responsabilicen, que recuperen su poder y lo utilicen compasivamente, con amor y respeto y no porque lo otro esté “mal”, sino porque lo eligen así, por libertad.
- El paciente que viene para recibir certezas sobre los resultados del tratamiento, porque en realidad no está dispuesto a emprender ninguna aventura ni aventurarse a sanar. Quiere morir, quiere soltar, está cansado pero no se atreve a decirlo.
Augusta
Lo propuse como un problema y también como una oportunidad. ¿Doctor Usted me puede sanar? ¿Lo mío tiene remedio? ¿Con todo esto Usted me asegura que voy a estar sano? Puede haber muchas cosas detrás de estas preguntas y lo he visto muchas veces, aquí vamos a hablar de ir al médico porque tengo que ir, porque le tengo miedo a la muerte o a la invalidez, pero en realidad, o en el fondo, no estoy dispuesto a emprender un cambio profundo y real, estoy enojado o resignado o desesperanzado y proyecto eso en el consultorio, esperando que me aseguren resultados que nadie honesto puede asegurar.
La fantasía de la seguridad, de la certidumbre, queda circunscrita a una necesidad de mercado de vender más fortaleciendo la fantasía. Vender seguros para esto y para aquello otro y asegurar resultados para esto y para aquello otro. No niego la eficiencia de un tratamiento o la probada evidencia de sus resultados. Puedo decirle a un paciente… muchos de mis pacientes han sanado con esta propuesta, me da buenos resultados, a mucha gente le ha servido…. ¿a todos? ¿es seguro? claro que no. La vida sigue siendo enigmática y en el camino va a haber sorpresas seguramente. El sanar, como la vida, es una aventura incierta, y necesitamos trascurrir por esa aventura con frescura, inocencia, jugando y amando, para disfrutarla, adaptándonos y respondiendo a las contingencias, aprovechándolas para aprender.
Pregunta a tu paciente si en verdad quiere aventurarse, es incierto y puede ser hermoso. Pregúntale si en verdad quiere aprender cosas nuevas, soltar viejas creencias y paradigmas, atreverse a renovarse aunque eso implique soltar viejas etiquetas de soy así o asá. No vendemos seguridades, no ofertamos productos… somos médicos o terapeutas, hombres y mujeres medicina que acompañamos en el Sagrado Arte de Sanar, en el Arte de Vivir, que siempre es incierto y eso a su vez, lo llena de infinitas posibilidades.
- El terapeuta o médico que necesita ser reconocido y se obsesiona “por sanarlo” sin ver ni escuchar, sin sentir a su paciente
Esto en ética médica fue llamado “encarnizamiento terapéutico”, el proceso a través del cual el médico se obsesiona por sanar al paciente a pesar de someterlo a procesos invalidantes o indignos para sí mismo. El terapeuta deja de ver, de escuchar y de estar conectado con la necesidad del otro, con lo que le pasa al otro, y no siempre eso es sanar, ni seguir tratando, o suponer que el fin justifica los medios. Siempre el paciente tiene la última palabra y respetamos esa autonomía.
Detrás de esa obsesión suelen haber heridas personales no sanadas o la necesidad frustrada de ayudar a un ser querido en el pasado que proyecto sobre mi paciente, o la necesidad de ser reconocido por los demás por lo heroico de mi accionar. Los que nos ocupamos de sanar y elegimos profesiones en este ámbito hemos sido salvadores o nos hemos ocupado con frecuencia de proteger al otro, como un rol familiar desde donde obtuvimos aplausos, atención, reconocimiento, un lugar, pertenencia. Si estas necesidades infantiles se obvian y se dejan varadas en el insondable espacio inconsciente, entonces la distancia con el otro va a ser mayor y la insensibilidad de mi proceder con frecuencia en vez de ayudar puede hacer daño.
Para que mi accionar sirva al otro y simultáneamente a mí mismo, para que todos nos beneficiemos del proceso de sanación, sanando y aprendiendo juntos, es imprescindible el proceso consciente, amoroso y respetuoso de las singularidades. Es imprescindible que yo me acupe como terapeuta de mis carencias y mis heridas, encontrando en el camino manifestaciones de mayor libertad y consciencia. No se nos pide ser perfectos, sería irrisorio, se nos pide dar lo mejor de nosotros en cada oportunidad.
En mi caso, esto es especialmente evidente cuando mis lazos afectivos con mis pacientes me hacen ir más allá incluso de lo que él o ella quieren ir por sus propias fuerzas, y a veces para no defraudarme sigue y trata de agradarme cumpliendo con mi expectativa. En ese punto, cuando me doy cuenta, lo miro a los ojos y le pregunto… ¿quieres vivir? ¿para qué quieres sanar? ¿realmente estás dispuesto a hacer todo lo necesario para sanar? ¿Estás dispuesto a trascender límites, miedos, ideas con las cuales te identificas e incluso lealtades con tu familia, con tus afectos y tu cultura?
- El problema de las mil y un voces… todos dicen qué hacer y qué es lo correcto y marcan caminos diferentes. El paciente desorientado
¿Cuántos libros de nutrición conoces en dónde cada uno asegura la manera adecuada de alimentarse y son a su vez radicalmente diferentes en sus propuestas? ¿Cuántas religiones presentadas como verdades absolutas? ¿Cuántas opiniones sobre el mejor tratamiento para un padecimiento? Esto se complica más aun cuando a esto le sumamos las fantasías y propuestas del mercado de la salud… cúrese con esto o con aquello, es lo mejor que existe, encontramos la cura, etc.
Esto desorienta mucho no solo a nuestros pacientes, sino también a nosotros mismos; pero a su vez, esto se convierte en un impulso para comprometernos con nuestro camino y nuestras propias elecciones de vida. El compromiso es también una convicción, un valor, un resonar profundo con lo mejor de nosotros, y eso solo se consigue en el camino de conectarme, de sentirme, de desarrollar la capacidad sensible y consciente de estar presente, en mi mismo, en una conversación, en la vida.
Quien está desconectado de sí mismo[16] o no aprendió a confiar en sí mismo (inmadurez del yo o del proceso de individuación), y por lo tanto se siente vulnerable en un “mundo peligroso”, genera relaciones de dependencia y espera que los otros le digan que hacer, cuando hacerlo y como hacerlo, entonces se apega a la idea de un grupo (una moda, una creencia que al compartirla nos sentimos parte, que pertenecemos) o se apega a una certeza que le da seguridad y que a su vez viene de otros, o a un “gurú” que lo “sabe todo” y probablemente le cueste mucho administrar la diversidad de opiniones, de caminos, de gustos. Yo prefiero, sobre todo en el consultorio, dar opciones, mostrar caminos, abrir el panorama y que el paciente asuma el proceso de elegir entre varias opiniones y que asuma las consecuencias. Esa es la vida. El consultorio puede ser un espacio para empoderarnos y practicar una vida libre y autónoma.
Recuerdo a Katya con una disautonomía y desmayos[17], en su infancia negligentemente abandonada por su madre niña y con una robusta sensación de desamparo desde entonces al cual sobrevivió como pudo. Era tratada simultáneamente por varios médicos, incluyéndome. Al principio del proceso hubo contradicciones entre los tratamientos propuestos y a su vez el cardiólogo que prohibía mis propuestas y yo criticaba su posición y Katya estaba viviendo el término de una forma de relación de pareja que había sido su resguardo durante muchos años, además de que había decidido salir de la casa materna y empezar a vivir sola. Todo esto convergió en una crisis de desorientación y de hipotensión, que paso a paso fue mermando en la medida que ella eligiera un tratamiento y un camino.
Me pidió que no le diera más medicamentos, hierbas medicinales ni microdosis[18]. No quería tomar tantas cosas. Seguimos viéndonos y yo la apoyaba psicológicamente y desde herramientas como el biomagnetismo, la acupuntura y el masaje.
Finalmente el paciente tiene que elegir y yo también, y nos jugamos por un camino… nos atrevemos a escribir y transitar por “la propia historia personal”[19]
- El problema de la certeza y la verdad en el camino o la propuesta terapéutica. El problema del reduccionismo.
En relación al punto anterior, seguramente han escuchado que un médico dice: “Usted tiene que operarse y no hay otra salida”, o “lo que necesita es una terapia y eso es todo”. El proceso de reducir, este proceso mental de simplificar la diversidad y la complejidad a una sola salida, una respuesta, una mirada, una posición, “una verdad”, en un proceso que simplifica las cosas, es la salida rápida con el mínimo esfuerzo, pero a su vez, eso termina minando las posibilidad de encontrar verdaderas salidas de raíz a las problemáticas. Desde el punto de vista científico el reduccionismo se ha utilizado mucho y ha dado muchos frutos en términos de aproximarnos a las cosas y desde ahí estudiarlas, por ejemplo reducir la biología a la química o la física de sus componentes, o la psicología a los fenómenos neurofisiológicos.
La complejidad nos invita a estudiar y formarnos en las diferentes esferas del ser… psicológica individual y socialmente hablando; celular y el microcosmos; corporal, incluyendo el área nutricional y motriz con el aporte del ejercicio físico; cultural y antropológica; espiritual y transpersonal, entre otras. Estudiar como se relacionan, se afectan y se configuran en unidad indivisible. Nos invita a conocer muchos caminos y tener más herramientas, ya que cada una de estas esferas merece de tratamientos diferentes. Poder decir lo mismo de diferente manera para que puedan entenderme diferentes personas, es una habilidad que tenemos que desarrollar a su vez, y esto nos permite entender las diferentes realidades y poder bucear en ellas. Esto también es complejidad, diversidad y holística.
El reduccionismo nos permite atender crisis y salir rápido de aprietos, pero no ayuda mucho a resolver problemas de base, problemas crónicos, repetitivos y asociados a hábitos.
- El problema mente-cuerpo. La escisión desde la interpretación de lo que vivo y su consecuencia psicocorporal. “Eso es físico”, “eso es energético”, “eso es emocional”
No pretendo resolver ni mucho menos esta larga discusión científica, solo esbozar algunas reflexiones útiles a la hora de posicionarnos e interpretar síntomas, signos y manifestaciones de una enfermedad.
Está muy revisado y claro que la separación entre lo corporal, lo psicológico, lo energético, lo cultural, lo emocional, lo social, lo cósmico, es una manera o un proceso de poder entender, abstraer, más que una realidad. La unidad, interrelación y mutualidad o reciprocidad entre las distintas caras de la misma pirámide (el ser) es un hecho palpable y cada vez más claro para la ciencia[20]. Todo lo físico es a su vez psicológico y lo energético es físico, y lo individual tiene un equivalente social y cósmico, así como cada movimiento social afecta al individuo. Cuando separamos pareciera que las distintas esferas no tienen relación o que mis actos no afectasen a los demás, porque somos diferentes y estamos separados, cosa que no es cierta pero estamos muy acostumbrados a hacer. Por esa razón somos capaces de aniquilar la vida y lastimar al otro, o desconocer un efecto corporal (un dolor en la boca del estómago o de una contractura del cuadrado lumbar) de un miedo a poder sostenerme o sobrevivir que escondo o disimulo y por lo tanto no atiendo con recursos o nuevas capacidades. Ahí sigue el dolor aunque nos atasquemos de analgésicos hasta tanto nos ocupemos de la causa que está en otro lado, en otra cara que merece mi atención aunque yo no se la ponga.
Esa es una de las consecuencias de la escisión. Que parecen cosas diferentes cuando no lo son. Que desconozco como sanar porque desconozco las relaciones. Que puedo agredir y lastimar porque me insensibilizo desde mi interpretación y vivencia de separación (aunque no sea real). Me habitué a sentirme ajeno y distante – distinto.
El terapeuta va aprendiendo técnicas, herramientas y prácticas para atender las diferentes áreas, y a su vez, aprendiendo a utilizarlas en el momento oportuno y la intensidad necesaria… Sanar es un Arte.
- Utilizar el recurso terapéutico sin sentido trascendental. “La aguja y la hierba naproxeno”. Mecanicismo en la medicina alternativa, fórmulas que parecen facilitar y terminan siendo ineficaces a corto plazo y prolongan el mismo modelo a largo plazo.
Cualquier recurso terapéutico puede ser utilizado con el fin de quitar el dolor sin entender que hace ahí o cual es el sentido existencial[21] de que esté ahí. El cuerpo y las células reaccionan y el cuerpo expresa un síntoma porque tiene un propósito, pueda yo verlo o no. Eso fue el resultado de un proceso, ahí logramos llegar y necesitamos entenderlo para poder transformar sus causas, con un tratamiento de raíz y no de rama.
Lo mismo da si ese recurso es una tableta de naproxeno o una aguja de acupuntura o una planta medicinal, no lo entiendo, no cambio nada de mi manera de vivir, no profundizo en sus causas, pero me molesta y me lo quiero quitar de encima. Si se asumen ambos fines es razonable pensar que el síntoma se va a disipar y mi vida se habrá transformado. La enfermedad me sirvió.
Es común ver a terapeutas y médicos en congresos o cursos preguntando por la fórmula de medicamentos que “hay que utilizar” o la fórmula de puntos de acupuntura que quita la migraña o que planta medicinal sirve para que cosa; pero eso es tratar en la superficie y de rama, eso no es ocuparnos del problema de raíz, de las múltiples causas o factores que convergen en ese resultado. Esto nos invita a salir del pensamiento lineal y entrar en un pensamiento holístico, circular y complejo.
Por eso mismo sanar es ciencia y arte, y quien elija dedicarse a sanar también tendrá que entregarse a un proceso personal profundo, liberando y sanándose a sí mismo y a un proceso formativo sólido tanto en disciplinas académicas y científicas como en el arte y la sensibilidad para hacerlo posible. El sanar es un camino Espiritual, profundo y comprometido que nos lleva toda la vida.
- El problema de la etiqueta o el diagnóstico. “Quiero saber que tengo”. ¿Tratamos enfermedades o trastornos, diagnósticos o realidades complejas, personas o familias, entes aislados o sociedades?
Acá es importante entender, al menos lo fue para mi, que el diagnóstico es un proceso y está sujeto a cambios en el transcurso del mismo, no es una etiqueta fija ni un cartabón. De otra manera voy a tratar de meter a mi paciente y a su problemática en mi diagnóstico para confirmar que tengo razón, y eso seguramente me va a alejar de su situación y por lo tanto de la posibilidad para ayudarlo[22].
¿Quién define la problemática? Habitualmente nuestro paciente llega con un síntoma o un malestar, puede ser mayormente en lo físico o lo emocional, pero puede ser en cualquiera de las esferas del ser. El terapeuta le ayuda a definir cual o cuales son los problemas y las relaciones que hay entre el malestar y como vive. Terapeuta y paciente se escuchan y juntos van creando este proceso, y es importante que sea juntos y no solo una imposición del “que supuestamente sabe y me dijo lo que tengo y a que se debe”. Esa manera no ayuda a crecer ni a evolucionar.
El diagnóstico no debería ser usado como etiqueta o como camiseta, que me pongo y camino con ella por el mundo. “Soy diabético o epiléptico o bipolar” lleva implícito un estigma, una manera de vivir, ciertas limitaciones, posturas e incluso reacciones. Ya estoy condenado, autocondenado por mi propia definición que además ni es tan propia, es una construcción familiar y social de como eso se entiende y que tanto lo hemos podido resolver, por lo tanto un diagnóstico es siempre una constricción de una realidad compleja y diversa, aunque nos ayude a sistematizar algunos procesos y a tomar decisiones eficaces en relación a la experiencia previa.
Como se usa en los sistemas médicos tradicionales yo prefiero tratar seres humanos y trastornos funcionales más que enfermedades o diagnósticos definidos por cartabón, que es una tendencia del sistema médico hegemónico[23] pero con grandes limitaciones, y una de ellas es que la persona y su humanidad se diluye o distorsiona.
Incluso las diferentes explicaciones de una misma problemática por ejemplo de un médico o un nutriólogo o un psicólogo o un sanador tradicional o un pastor, tienen mucho que aportar para la comprensión plena y enriquecida de la situación.
- El problema de la elección terapéutica. ¿Un camino o varios? ¿Una propuesta aislada o varias conjugadas? ¿Homeopatía o hierba medicinales, masaje o acupuntura, alopatía o alternativa, cirugía o yoga?
Si confronto los caminos o los defino como excluyentes unos de otros, me cuesta advertir la diversidad en una armoniosa danza, entonces probablemente también me cueste imaginar diferentes propuestas terapéuticas conjugadas.
Esto no quiere decir que entre ciertas propuestas haya claro antagonismo, por ejemplo entre quitar quirúrgicamente la vesícula a realizar una depuración profunda de hígado. Finalmente el paciente y el terapeuta o médico tienen que elegir.
Lo que nos permite integrar es tener la experiencia benéfica de esa integración, y a su vez conocer la naturaleza profunda de lo que queremos integrar. Así fue en mi caso, inicié mi camino con prácticas tradicionales, luego incorporé prácticas médicas ortodoxas o alopáticas, luego plantas medicinales y medicina china, luego más psicología y neurociencias cognitivas, biomagnetismo y prácticas meditativas, yoga y qi gong y en la medida de mi formación eso significó ir integrando y utilizando cada herramienta con las posibilidades que yo podía verificar y experimentar en mí mismo y mis pacientes. Estas mezclas son muy personales de la formación y la manera de vivir el mundo del terapeuta y la apertura del paciente.
Hay cosas que no se leen en los libros y por más bien intencionado que sea nuestro maestro, él no puede darnos; hay aspectos de la terapia: por ejemplo la intuición o sentir la fuerza y el movimiento de la energía, la apertura del Corazón, la intervención desde la Creatividad Presente y Consciente, que solamente se desarrollan gracias al trabajo minucioso y sensible, amoroso y diario. De esa mezcla cotidiana, de esa mezcla alquímica surge la mezcla terapéutica, única, incierta y a su vez, portadora de una esperanza siempre renovada. Eso viene a buscar nuestro paciente… un nuevo camino y una nueva oportunidad.
En mi viaje a Guang Zhou, China, pude hacer prácticas clínicas en un hospital con un modelo integrativo, hice preguntas a muchos médicos de la medicina tradicional y asistí a muchas maneras de mezclar técnicas e intervenciones. Esa experiencia liberó más aun mi práctica clínica y confirmo que es importante tener referentes y buenos maestros, y que eso conjugado con el propio camino y el propio aporte, terminan por resultar en una experiencia terapéutica trascendental, donde médico y paciente sanamos juntos y Creativamente caminamos cada paso.
Por ejemplo, nadie que lo haya experimentado duda del aporte del árnica para liberar la memoria del trauma en el tejido, de la acupuntura para las migrañas o los trastornos neurológicos, la reflexología podal para la tensión y la sobrecarga corporal, la alcachofa y la guayaba para la colitis, o la belladona para los espasmos. No existe mejor cura para el empacho que una curandera. Es difícil mejorar el aporte del biomagnetismo para las infecciones o de una cirugía para la apendicitis aguda. Nada va a ser mejor para alguien que calla todo el tiempo que hablar o para alguien que no se atreve a amar, acercarse y ser tierno. Como mejorar el hacer para el que posterga y el detenerse y sentir para el que corre por la vida como un loco. Todo queda sujeto a nuestra experiencia y la mano sensible y al aporte claro que ejercemos en ese Espacio Sagrado para Sanar. Pero claro, nada de lo que acabo de decir tendría que ser tomado como una fórmula estática, porque no hay dos traumas iguales ni dos migrañas, mucho menos dos colitis que sean idénticas.
- El problema del límite de la capacidad para sanar. ¿Es terminal? ¿Puedes o no puedes sanar esta condición en la que vives?
¿Qué derecho tenemos de decirle a alguien: a Usted le quedan 6 meses de vida o un año, no hay nada que hacer o yo la voy a curar? ¿Quién puede saber con certidumbre lo que va a ocurrir? Y aunque la muerte sea inminente… ¿cómo me atrevo a eliminar las posibilidades de una intervención que aporte algo?
Que yo no pueda hacer más nada o que yo ya no sepa como ayudar… ¿eso significa que nada se puede hacer? Claro que no.
Que un padecimiento sea difícil de curar o incluso que no hayamos encontrado una salida clara a sus efectos: ¿significa que no las vamos a encontrar? Claro que no[24].
Si sanar es un proceso creativo, y en el camino vamos probando, investigando, tomando consciencia, abriendo nuevas oportunidades desde cada posición, sanar es incierto y a su vez maravilloso. No hay manera de fracasar si el objetivo es la consciencia, es el amor, es evolucionar, es aportar. Claro, siempre hay algo que hacer y está determinando por el repertorio terapéutico y la creatividad de terapeuta y paciente. Muchas cosas son medicina… ¿qué me sana a mi?
La experiencia, las estadísticas, la medicina basada en evidencia, son aproximaciones, herramientas que nos ayudan a ser más eficientes en ciertos casos. Pero ninguna de ellas es una herramienta de certidumbre sobre lo que va a pasar. No está en nuestras manos presentes asegurar el futuro, aunque lo podamos prever y nos acerquemos bastante a lo que acontezca.
Muchos descubrimientos médicos, muchos milagros del quehacer del curandero, salieron de la fuerza de la intención, de la claridad del acompañamiento y de la fe. Son variables ineludibles del proceso de Sanar y la posibilidad de éxito. ¿Creo que puedo sanar?
- El problema del terapeuta que no asume su propio crecimiento, que no hace propia las herramientas, estilos de vida o recursos que propone, que proyecta sus inseguridades, sus miedos y su necesidad de control sin un sentido autocrítico.
Somos seres humanos, falibles, sensibles, con luces y sombras, de este lado y de aquel lado, y a veces somos todos pacientes y otras terapeutas, e incluso el mismo día y en la misma cita somos terapeutas y pacientes al mismo tiempo. Si el terapeuta o el médico es el que sabe, y el otro el que no sabe, es el que está sano y el otro enfermo, es el que puede y el otro el que no puede, está claro que lo que no se asume se proyecta, lo que no se dice se somatiza y lo que enseña es el ejemplo. Por eso en este modelo, es imprescindible que el terapeuta esté comprometido con su proceso personal, con hacer propias las recomendaciones y con una actitud autocrítica permanente.
De otra manera, solo voy a extender mis sombras y a proyectar mis miedos, a enfermar más de lo que sano y seguramente a crear vínculos que poco ayuden.
No podemos no estar involucrados, como tampoco no podemos no comunicar, no podemos dejar de proyectar ni de afectar…. desde donde estemos y como estemos, hagamos o dejemos de hacer, eso es estar involucrados y comunicar[25]. Siempre lo hacemos… entonces es mejor hacerlo con consciencia, con la mayor consciencia posible, a sabiendas que no va a ser perfecto.
El médico, el terapeuta o el curandero necesita asumir con un profundo compromiso su poder y la capacidad de co-crear realidades, desde ahí lo puede compartir, devolviendo el poder a quien le corresponde y enmarcado en el amor y la sabiduría que va esculpiendo en sí mismo para no convertirse en un tirano.
- El problema de acunar la patología y aparentar el cambio. En vez de sanar, el síntoma migra.
Esto fue más claro para mí cuando además de vivirlo en mis pacientes, lo viví en mi propia salud. Podemos tener claro un concepto, contarle al mundo y a nosotros mismos el mismo cuento, convincente y sofisticado pero en realidad seguir en la misma actitud o una muy similar, solo aparento el cambio y lo sostengo de maneras que desconozco incluso para mí mismo.
Por ejemplo si rechazo la mentira y me autodefino como “super-honesto” es probable que mis propias mentiras pasen al inconsciente porque no existe la posibilidad de advertirlas si las rechazo. Esas mismas se convierten en una pulsión o tensión que va a expresarse como pueda, a través de un síntoma crónico o reincidente. Por ejemplo si mi ética es rígida (por ejemplo reprimiendo fantasías sexuales porque no son propias de un psicólogo o de un médico como yo) y yo me prohíbo comportarme de tal forma, es probable que toda esa gama de comportamientos y actitudes yo los encubra y no los advierta, entonces el único camino de expresión será la somatización.
Al tenernos “paciencia”[26] excesiva, al justificar mi postergación o evasión de una medida terapéutica, al relamerme las heridas pasadas y aferrarme a un viejo miedo porque sufrí mucho, cuando los miedos al comprenderlos se acunan y en vez de cambiarlos se sostienen y se fortalecen, el síntoma que inicialmente estaba en un sistema y dado que el mensaje se tiene que entregar, migra a otro sistema o reincide en el mismo con mayor intensidad. El síntoma es tan terco como nosotros, en la misma medida de nuestra resistencia es su intensidad.
- El paciente que pone excesiva atención en los demás, que sabe todo de todos pero nada de sí mismo y la imposibilidad de ocuparse de su salud.
Aquí quiero hablarles de Lolita, influenciada por el modelo cultural y religioso de lo que es ser buena madre y buena mujer, toda su vida con el esplendor de una víctima sumisa se ocupó de los demás. Primero de su marido alcohólico y violento, fue dándole fuerza a miedos sostenidos en su vivencia de que algún día la pudieran matar o lastimar. Después de sus hijos, con esmerada dedicación y amor, hasta que uno de ellos se quedara en casa, sin aportar, sin estudiar, y se repitiera el modelo de agresiones, defensas y reproches que hubieran vivido antes.
Siempre Lolita tenía alguien de quien quejarse, alguien que la hacía sufrir, y alguien por el cual ella nunca tenía tiempo de ocuparse de sí misma, de su ejercicio, de su alimentación, de su esparcimiento, de su gozo, de su bienestar, de poner límites y darse el permiso de ser feliz, para eso no parecía que hubiera permiso. Se sentaba en el consultorio y hablaba de los demás, de lo que no hacían, de que su marido volvió a tomar, de que su hijo no la ayuda, que está con mareos, y sus várices, con la insuficiencia venosa periférica empeorada por una cirugía de extracción de las venas superficiales de hace años no la dejaba en paz. También con obesidad y con una cistitis crónica o infecciones de vías urinarias recurrentes que muchos tratamientos de antibióticos no habían podido curar, ni hierbas o medicina china, ya que nada ayudaba demasiado. El servicio de ginecología había descartado una cirugía perineal para elevar tanto la vejiga como el útero que pudiera ser una de las causas físicas del problema.
Los primeros pasos en torno a la salud empezaron cuando pudo hacer ejercicio a pesar de todos y tantos problemas, cuando pudo empezar a priorizar su propia salud y ciertos momentos para sí misma, cuando dejó un poco de preocuparse por su marido y aceptó que él no quería cambiar y probablemente moriría alcohólico. Ahí empezaron a haber avances y la infección parecía ya no ser tan inmanejable, aunque había reminiscencias.
Todos los límites y los terrores y el amor que no supiera darse a sí misma se convirtió en rechazo hacia su hijo, a quien ella percibiera como un enemigo. En la sombra se proyectaba todo eso pendiente, de muchos años. El cuerpo parece ser así de claro… y así de terco, como yo mismo. En sus vías urinarias se somatizó todo el conflicto, toda la guerra y la resolución de los problemas pasó a manos del sistema inmunológico y las bacterias. Todo el estancamiento de la propia felicidad y de la propia luz, toda la resistencia a hacerse responsable de sí misma y a tomar decisiones se somatizó en una insuficiencia venosa crónica difícil de tratar, como ella y su rígida actitud de vida.
A veces a pesar del cuerpo y su lenguaje, a pesar de la claridad de lo que se vive y la simpleza de los movimientos necesarios para el proceso de sanar, seguimos tercos y aferrados, ya que hay aspectos profundos que no queremos asumir y la memoria corporal que lo sostiene.
El proceso sigue y todo mi Corazón y mi Creatividad están puestos ahí, en estos cuerpos y en mi familia, en estos sistemas rígidos. Rígidos que intentan sobrevivir y se resisten a sanar. Busco, busco en mi y encuentro esas mismas guerras evadidas y esa luz que no entrego, esa responsabilidad que me cuesta asumir y mi rigidez, también está ahí y seguimos sanando juntos.
Gracias por leer estas líneas y compartirme tus puntos de vista, gracias por trabajar por un mundo mejor, por disponer tu luz y tu amor a este emprendimiento conjunto. Gracias por estar comprometido con ser mejor y dar lo mejor de ti.
Dr. Gabriel Oscar Bertona Chiaraviglio
Septiembre 2015
El Síntoma y su Función V (para terapeutas, médicos, psicólogos, profesionales del área de la salud y sanadores)
[1] Para más información sobre el tema leer: “La enfermedad como camino” de Rüdiger Dahlke y Thorwald Dethlefsen. También revisar: www.elsintomaysufuncion.com, sección textos, del Dr. Gabriel Bertona.
[2] Revisar para ampliar la información: Cáncer… Un Claro Desafío Social, Una Oportunidad De Cambio Y Una Devastadora Amenaza. https://elsintomaysufuncion.com/?page_id=271
[3] El Qi Gong es una rama de la Medicina Tradicional China muy antigua, con prácticas para sanar. Este link es para un video de las marchas: https://www.youtube.com/watch?v=J_ocJx2RL8c También se puede revisar para más información: https://www.iiqg.com , y agradezco el valioso aporte de mis maestros Nayeli Argüello y Jean Luc Riehm.
[4] Para más información sobre lácteos y el cáncer revisar: https://www.espaciodepurativo.com.ar/dicen_medios/lacteos_plant.php y algunos efectos de los lácteos en otras enfermedades: https://www.espaciodepurativo.com.ar/dicen_medios/lacteos_llorente.php, además https://www.espaciodepurativo.com.ar/dicen_medios/lacteos_estevez.php
[5] El desdoblamiento de la proteína animal produce sustancias que agreden al ADN celular, además de acidificar el medio celular y pueden favorecer el cáncer. Revisar https://www.espaciodepurativo.com.ar/dicen_medios/carnes_rojas.php, también puede ser de utilidad este artículo referente a la cocción de los alimentos y la generación de agentes cancerígenos: https://www.espaciodepurativo.com.ar/problemas_alimentarios/coccion_cigarrillo.php
[6] Para ampliar la información leer: ¿Realmente Quiero Sanar? en: https://elsintomaysufuncion.com/?page_id=350
[7] Para profundizar sobre temas de pareja, sus conflictos y propuestas resolutivas revisar el libro de Nilda Chiaraviglio “Pareja en construcción”, Editorial Vergara, México, 2015. Link: https://pendulo.com/libreria/9786074805086/pareja-en-construccion/chiaravigilio-nilda/
[8] Sobre los actos psicomágicos leer de Alejandro Jodorowsky “Manual de Psicomagia (concejos para sanar tu vida), Editorial Siruela, España, 2009. Link: https://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=1269
[9] Revisar esta conferencia de la Psic. Pilar Sordo sobre diferencias de género y complementariedad, pensamiento mágico y real: https://www.youtube.com/watch?v=eEG_UPWG8Ak , o su libro “Viva la Diferencia, y la complementariedad también” Editorial Planeta, 2012.
[10] Este es un grupo de medicamentos que aumenta en el cerebro la disponibilidad de un neurotransmisor, la serotonina, que en deficiencia está asociado a depresión, crisis de ira o violencia y ansiedad.
[11] El Biomagnetismo Médico es una herramienta creada por el Dr. Isaac Goiz Durán, revisar: https://biomagnetismo.biz/
[12] En la historia de la humanidad hemos “creado a Dios a imagen y semejanza nuestra”, hemos imaginado y concebido la divinidad en relación al momento evolutivo de la consciencia… un dios colérico, vengativo, castigador, o amoroso, humanizado o universal, un dios afuera o arriba y un Dios dentro, en la esencia de todas las cosas, un dios para cada sector o grupo, dioses verdaderos y dioses falsos, y cada una de estas concepciones ha tenido graves consecuencias para la humanidad. Es importante tratar y reflexionar sobre el tema… ¿Cómo quiero vivir mi Espiritualidad?, para acompañar esa reflexión recomiendo leer: “Conversaciones con Dios” de Neale Donald Walsh, Editorial Grijalbo, 2008.
[13] Es un círculo terapéutico para hombres dispuestos a abrir su corazón, su intimidad y sanar juntos. Más datos: https://es.foursquare.com/v/centro-koyouali/4e99c3c85c5ce9b982a0f438
[14] Leer el capítulo: la sabiduría de la incertidumbre, del libro: “CUERPOS SIN EDAD, MENTES SIN TIEMPO, el secreto está en el equilibrio entre el cuerpo y la mente” de Deepak Chopra, Editorial Zeta Bolsillo, España, 2009.
[15] Sobre este tema y otros afines, y herramientas que pueden ayudar a entender y resolver lo que hay detrás de un patrón repetitivo leer: “Introducción a la PNL” de Joseph O´Connor y John Seymour, Editorial Urano 1992. https://www.librosparasermejor.com/2014/09/introduccion-la-pnl-joseph-oconnor-john.html
[16] En términos literales no existe la desconexión absoluta de uno mismo, a menos que estemos muertos. A lo que me refiero es al proceso de insensibilizarme, de dejar de sentir, de no poner atención a ciertas áreas o aspectos, porque mi atención y esfuerzo están puestos en otras áreas o aspectos.
[17] Este es un trastorno de la respuesta del sistema nervioso al estrés, una respuesta exagerada y desadaptativa relacionada con la presencia durante el embarazo de mucho miedo, estrés, abandono y desamparo en la madre sometiendo el embrión a altas concentraciones de adrenalina y generando áreas de sensibilidad más extensas de lo normal.
[18] La microdosis es una forma de dosificación y tratamiento habitual en mi práctica clínica. Para más información leer de Eugenio Martínez Bravo y de Dora Martínez Olivares su libro: “Farmacología, Medicina Tradicional y Microdosis”, Editorial Herbal, México, 2001.
[19] Leer la obra inspiradora de Paulo Coelho: “El Alquimista”, una invitación a la aventura de la propia historia personal.
[20] Para ampliar este tema recomiendo tres obras. La primera del Dr. José Luis Díaz “La Consciencia Viviente”, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2008; la segunda del mismo autor con Jairo Muñoz Delgado y Carlos Moreno B. “Agresión y violencia. Cerebro, comportamiento y bioética” Editorial Herder, México, 2010 y la tercera de Antonio Damasio “Y el cerebro creó al hombre. ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo?”, Ediciones Destino, 2010, España.
[21] Para profundizar leer: “El Hombre en busca de Sentido” de Viktor Frankl, Editorial Herder, 2013.
[22] Leer para profundizar sobre este tema: “EL TERAPEUTA Y SUS ERRORES, reflexiones sobre la terapia”, de Jacqueline Fortes de Leff, Flora Aurón Zaltzman, Ma. Enriqueta Gómez Fonseca y Jorge Pérez Alarcón, Editorial Trillas, México, 2009.
[23] Sobre este tema leer a Eduardo Menéndez “La enfermedad y la curación ¿Qué es medicina tradicional?” ALTERIDADES, 1994 4 (7): Págs. 71-83 https://biblioteca.ues.edu.sv/revistas/10800276-8.pdf; o también del mismo autor en “La antropología médica en México” UAM, México, 1ra Ed 1992 pp. 97-113 https://www.facmed.unam.mx/deptos/familiar/compendio/Primero/I_SM_486-495.pdf
[24] Para abrirnos a las propuestas de modelos alternativos o tradicionales propongo la lectura del libro: “Las Voces del Desierto” de Marlo Morgan, Editorial ZetaBolsillo, 2009.
[25] Revisar “Los 5 axiomas de la comunicación por el psicólogo Paul Watzlawick”
https://www.significados.com/axiomas-de-la-comunicacion/
[26] Me refiero a la autocomplacencia o paciencia excesiva que cae en las justificaciones y la argumentación del no cambio, o al complacer como prioridad, por ejemplo cuando todo mundo sabe que a un diabético le hace daño comer pan dulce y se lo traen de regalo porque le gusta, transgrediendo las recomendaciones médicas y con la intención de consentirlo o mimarlo, lo enfermo. Eso mismo lo puedo hacer conmigo. A su vez estoy dando un doble mensaje que desorienta y confunde: porque te quiero te enfermo.