Para los competidores…

Una reflexión sobre “la competencia”

Competimos desde pequeños, por muchas cosas, desde la competencia configuramos nuestra estima, el valor que tenemos, la atención que recibimos. Quien hablaría mejor de la competencia que un competidor en familia de competidores, de una sociedad competitiva, donde esto es un valor.

Competimos para ser mejor que los demás, competimos para demostrar a los demás lo que está bien hecho, competimos para motivarnos, ya que llegar a ser mejor que otros, pareciera tener un valor agregado, un reconocimiento extra, una plusvalía.

Hemos competido y nos hemos destrozado a través de la competencia. Hoy día basta con ver la enorme cantidad de dinero que invertimos en las olimpiadas por ejemplo, en campeonatos mundiales o campeonatos locales. A pesar de las consecuencias que para algunos parecen muy obvias, también parece claro que a nivel social seguiremos compitiendo un tiempo más, ya que no alumbrados serias alternativas a este mecanismo.

Desde una perspectiva constitucional, la competencia se anula así misma, no tiene razón de ser ni valides. No podemos competir con el otro y ser mejores, porque cada quien tenemos una historia particular, genes individuales, virtudes distintas, naturaleza única, por lo tanto solo podríamos competir contra nosotros mismos, y eso también lo impide el paso del tiempo, en cada momento también somos nuevos. Los atletas de alto rendimiento, por el excesivo entrenamiento y estrés terminan enfermos, porque pareciera ser importante ganar una medalla de oro y “ser el mejor del mundo”, cegados por el éxito, por el poder, se enferman. Seguimos persiguiendo fantasías infantiles que nada tienen que aportar a la conciencia, al amor, a la madurez y al reconocimiento de cada ser como un ser único y valorable, por ser, no por hacer ni por alcanzar.

A su vez, cada lugar y cada rol en esta configuración de la competencia, tiene un precio y nos servimos de ser el mejor, el peor, la más linda, o la mas fea, el exitoso o el perdedor, mejor o peor que tu… ¿si tan solo pudiéramos advertir todo el daño que esto nos ha hecho?

En mi vida tuve que dejar de competir porque estaba haciéndome mucho daño. Hoy día me tengo que recordar que la competencia no tiene nada que ver con la vida, aunque dos toros compitan por el lugar del macho alfa, esa posición es una posición reproductiva y protectora de la manada, mucho muy lejana a lo que perseguimos tras “los oros”.

Si advertimos que la competencia tiene poco que aportarnos, de la mano con esto van las comparaciones y los favoritismos, entonces simplemente todo sería más simple.

Los invito a dejar de competir, y a Reconocernos por lo que Somos. El objetivo podrían dejar de ser “los oros” y comenzar a ser la belleza, el compartir, el bienestar, la plenitud, la maestría en equipo, y el Desarrollo Espiritual a través de la práctica de alguna disciplina, y tantos otros…

 

Dr. Gabriel Oscar Bertona

El Síntoma y su Función; 24 de Agosto del 2012